jueves, 24 de mayo de 2007

Luciano Jaramillo: El problema del artista joven

por: Johanna Carolina Guerrero Aguirre













Luciano Jaramillo.
Autorretrato, 1977.
Colección particular, Bogotá.



Desde siempre el problema del arte respecto a su significado ha sido discusión abierta, tanto en críticos, artistas y público en general, llegar a un punto neutral parece una tarea titánica.

Los artistas, mas que todo artistas jóvenes, se ven envueltos en toda esta torrencial pelea, bajo el manto de las incongruencias y las convergencias que la misma edad conlleva, y esto no fue ajeno a Luciano Jaramillo.

Luciano Jaramillo nace el 29 de noviembre de 1938 en Manizales, su primer contacto con el arte se debe a las visitas a los museos que realiza en Paris debido a que en 1951 su familia decide irse e a vivir allá.

En 1956 regresan a Colombia, se instalan en Bogota, donde Jaramillo en 1956 realiza su primera exposición haciéndose evidente el expresionismo que marcara su obra.

Jaramillo precede a la generación de los grandes maestros del arte en Colombia, como lo fueron Alejandro Obregón, Enrique Grau, Juan Antonio Roda, Fernando Botero, entre otros, utilizando como mayor herramienta la nueva figuración, que hacia contrapeso al abstraccionismo que dominaba desde los años cincuenta.

En sus cuadros siempre planteaba un realismo, más mental que físico, permitiendo a sus personajes vivir en una realidad un tanto subjetiva y llena de expresividad.
“Luciano Jaramillo libra en su pintura combates a muerte y sin puntos de conclusión. No hay vitalidad sino violencia: no hay exhuberancia sino irritabilidad, contradice los colores, los hace rechinar y los golpea con estruendo sin abandonar su necesidad de puntos de fricción cromática, ha logrado dar un sentido a estas escaramuzas internas. (La línea), Jaramillo la usa siempre para agredir: es una punta, un garfio o una lanza, Luciano Jaramillo siempre ha sido, a pesar de sus propios falseamientos y de sus inmoderaciones, un pintor distinto a los demás. En medio de mimetismos y plagios, esa condición es una virtud fundamental y generadora de fuerzas plásticas.

Es un “pintor colérico” que obedece a su temperamento mas autentico: es un hecho real de la pintura colombiana”

Estas palabras escritas por Marta Traba en La Nueva Prensa, julio 1962, son la pauta inicial para la crítica hacia Jaramillo, tildándolo del “enfant terrible”, “el angry young man”, “el pintor tormentoso”, entre otros. Logrando con esto que en su obra no se generen lecturas distantes a estas, manteniéndose bajo el yugo de esas primeras impresiones.

Otro aspecto que ensombreció en gran parte la obra de Luciano Jaramillo fue el hecho de que trabajara en la publicidad.

Jaramillo en 1957 entra a L’Ecole Paul Collin en Paris, donde estudia pintura y publicidad, descubriendo su preferencia por la pintura.

Respecto a la publicidad, Jaramillo decidió trabajar en ella, viendo que su pintura como medio para sostenerse económicamente no le era muy viable, ya que, como el muchas veces expreso, “pocos me cuelgan detrás del sofá”, esto lo llevo a tomar la determinación de dedicarse a la publicidad de lleno, lograr crear una estabilidad económica tal, que le permitiera dedicarse a su pintura.

Creando en el una dualidad, donde su obra era puesta en la mira y muchas veces criticada por este echo, ya que muchas veces dejaba un buen tiempo sin exponer, mucho de su publico y las criticas, le echaban la culpa a la publicidad : “los pintores me rechazaban como publicista, y los publicistas desconfiaban porque era pintor”[1].


Diseño de Luciano Jaramillo, 1984, Focine; en la foto Nelly Moreno, Diego Leon Hoyos .

“Mi pintura molesta, por que hace pensar…”, esas palabras respecto a su obra reflejaban lo que pasaba en realidad, temas como las reinas de belleza, ciclistas, futbolistas, astronautas, y demás héroes de las “masas”, fueron muchos de sus temas en sus ultimas obras:
¿Por qué razón seleccionó usted esta temática tan simple y tan original?
-Porque considero que es un testimonio de la época. Por ejemplo, en Colombia las modelos son consideradas como las Venus de hoy. Las cantantes son las Dianas cazadoras... los futbolistas los Apolos y los ciclistas los Hércules. Es una especie de nueva Mitología que se va creando la gente en base a figuras de la vida diaria. Yo no pretendo criticarla... simplemente mostrarla.
¿Y usted no se considera como parte integrante de esa mitología?
-Hasta cierto punto sí. Y la culpa es precisamente de los medios de comunicación.[2]

La realidad nacional, muchas veces es negada como factor fundamental en la obra de los artistas, como lograr desconectarse de lo que se esta viviendo, de lo que esta pasando a su alrededor, en su entorno, de allí que la serie Cocktails, causara tanta molestia a los que la observaban, ya que el publico en especial, los asistentes a la inauguración de la galería, se ven reflejados en personajes deformados, con vasos en la mano, presuntuosas eso si pero con falta de algo verdaderamente valioso, figuras echas con temperas, oleos, acuarelas y lápiz que hacen visible, la falta de comprensión respecto a muchas cosas de la vida, respecto a los quehaceres, respecto a la pasión, respecto al arte.


Coctail (2), 1985, Crayón, pastel, aguada sobre papel, 82 x 65 cm,Colección particular

Jaramillo, era expresionista, que miraba la realidad propia y nacional de cierta manera, que al contrario de muchos artistas, no uso las sátiras y las ironías propias de los expresionistas, sino se valió de las armas del romanticismo, tomo la sensibilidad, solidaridad, el dolor, para expresar su obra.

“Yo diría que soy un expresionista romántico. La obra que estoy exhibiendo (Los Cocktails) es romanticismo. Y como persona, también soy romántico, lo mismo que mis gustos literarios. La literatura francesa del siglo XIX me ha gustado siempre: Alfred de Vigny, Rimbaud, Lautreamont, Huysmans, aunque este ya no es romántico, sino que esta en el dandismo, en el impresionismo. Admiro también a William Blake, me gustan sus dibujos, tan llenos de defectos pero tan encantadores […] Ese romanticismo se comprende mejor viendo los cuadros que estoy pintando actualmente, una serie de retratos “imaginarios” de Baudelaire, de Sara Bernhard, de Julián Sorel. Por primera vez estoy trabajando varios cuadros al mismo tiempo, no uno después de otro […] ¿Dónde esta mi expresionismo? Esta en la exacerbación de ciertas actitudes morales y en una búsqueda hacia dentro de esos contenidos morales”[3].

Luciano Jaramillo, es un personaje que desde sus payasos y bodegones, pasando por su insectos violentos y salvajes, junto con su perra pecas y las palomas, que en ciertas ocasiones tenían formas de mujeres gordas, con su piel colgando de sus cuerpo, o en otras con sus picos deformados, juzgando al que lo miraban, ni que decir de los atardeceres en la playa donde no solo unas cabezas casi fantasmales sino el publico en general, pasaban a jugar a ser voyeristas de esos cuerpos tendidos en la playa, desnudos, no hay que olvidar la serie Cocktails y los retratos imaginarios, retratos que representaban sus interés, sus maestros, sus visiones de las cosas. También sus trabajos como ilustrador o sus murales en lugares como la Plaza del 7 de Agosto, el juzgado municipal de Suba, en el 20 de julio, entre otros.

En sus pinceladas y sus trazos se logra percibir su manera de percibir el mundo, su manera de sentir, como en cierta ocasión Juan Antonio Roda expreso: “Luciano Jaramillo fue un excelente pintor, con un ala herida.

En la pintura colombiana, Luciano Jaramillo habrá sido uno de los mejores exponentes de un romanticismo primario y directo, desgraciadamente mal comprendido. Tal vez llegara tarde, o tal vez era demasiado pronto”

En un país como Colombia, donde los sentimientos, las sensaciones, la vida, la muerte, la pasión, el odio, el amor, las apariencias (amargas apariencias), son las que rigen la vida en común, artistas como Luciano Jaramillo, se pueden ver malinterpretados, cayendo en “la fosa común”, de los artistas que tratan de plantear su realidad, por medio del gesto, cayendo en soluciones mediocres y nada disientes, muy diferentes a Jaramillo, un artista que amaba la pintura, hasta el punto de no comprometerla para vivir de ella, fue un artista critico, tal vez demasiado, ya que por su autocrítica mucha de su obra termino en la basura.Pero su obra es un lamento, un grito, un llamado de atención, una suplica o simplemente un dejar ver, ser un historiador, un narrador de su época.

“Mi intención no es hacer una crónica intimista, ni sicológica, ni lanzar mensajes sociales. La intención básica es puramente plástica, es una excusa para pintar un cuadro. A la gente le encanta encontrar significados en todo y especialmente en el arte. Pero apenas es un problema de espacio, de composición, de desdibujar el dibujo, para lo cual hay que saber dibujar. A mí no me interesa pintar la sociedad. Me interesa hacer un cuadro y para eso tengo un tema”[4]


Litografia Arco, 1984


Notas
[1] Juan Gustavo Cobo Borda, Luciano Jaramillo (1938 - 1984)

[2] Tomado de la Revista Cromos, Bogota, 1975

[3]Varios., Luciano Jaramillo: Otra mirada, Banco de la republica, Biblioteca Luís Ángel Arango. Banco de La Republica. 1997. Bogotá.

[4] . Óscar Gómez Palacio, Luciano Jaramillo: pocos me cuelgan detrás del sofá’, Revista Cromos, Bogotá, 1983.

Bibliografía

Revista Cromos, Bogotá, 1983.
Revista Cromos, Bogotá, 1975
Varios., Luciano Jaramillo: Otra mirada, Banco de la republica, Biblioteca Luís Ángel Arango. Banco de La Republica. 1997. Bogotá.
Ortega Ricaurte, Carme. Diccionario de Artista en Colombia, Plaza y Janes, 1979.
Eiger, Casimiro. Crónicas de arte colombiano (1946/1963). Banco de la republica, 1995 Bogota.
www.lablaa.org/blaavirtual/biografias/jaraluci.htm
www.lablaa.org/blaavirtual/todaslasartes/ljaram/lj02.htm
www.uniminuto.edu/mac/boletin/mac_marfinal.pdf
www.colarte.com

Obras

Colección de la Biblioteca Luís Ángel Arango
Museo de arte Moderno.

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